04 junio, 2006

 

Besos de seda



-Es solo que... no soporto verla así. Con su mirada... No puedes decirme que no es una criatura del Señor.

Aquella madre apretaba con fuerza en su pecho, el juguete preferido de su hija... De su ex-hija.
La niña caminaba lentamente por la pared de la ventana, y a través de sus cristales podía verse despuntar la aurora de un nuevo día, uno que ellos no disfrutarán.

-No dejo de temer por ella- afirmó entre sollozos-.


Su esposo la rodeó con sus brazos.

-Sabes que es lo mejor. Este ha dejado de ser un mundo nuevo para Lilia. Debe explorar otros universos, más allá de lo conocido, adentrarse en las profundidades dimensionales, hallar otros planos de la realidad... Solo así podrá cumplir con sus anhelos de satisfacción espiritual.

La mujer quebró en llanto.

-¡NO! ¡Es solo una niña, esas cosas no son para ella! Debe jugar, reir, cantar, debe tomar el té con amigos invisibles, con la inocencia materializada en los ojos de un infante... Debe tener amigos, debe probarse vestidos y robarme el maquillaje... Debe tener su primer beso, luchar con el estudio, pelearnos por tonterías... Debe tener sueños... ¡Sueños, Arthur!

Y cayó rendida en un abrazo, inmersa en el llanto más agudo de toda su vida.

-No sirve de nada que tengas ese terror al cambio... Necesito que comprendas que ella, no es como las demás, nunca lo será...

Recostada en el techo de aquel cuarto, la joven los observaba con sus ojos perdidos, que estaban en todo y ningún lugar. A su alrededor, se había estado formando desde hace unos días, una extraña nube que parecía de algodón, dejando su rostro expuesto y sus manitas apresadas. Turbulentas tinieblas se habían reunido en los cielos de Arthur y Child.

-Resuena mi niñez... en mi mente... No se me permitió disfrutarla. A ella no debe sucederle lo mismo.

Mientras Child soltaba estas palabras, aquella nube terminaba de cubrir el rostro de la niña.

-¡NO!- gritó su madre desesperada-.

Se arrojó sobre aquel manto, encontrándose con que el mismo era sólido. Intentó arrancarlo con sus uñas, de cara al techo, mientras Arthur la sostenía por los hombros, intentando alejarla, intentando que entrara en razón.
Child tenía frente a sus ojos, sobre su cabeza, a una misteriosa fuerza de la naturaleza. Finalmente Child desistió y dejó caer sus brazos. Se vio en el espejo, y contempló a la madre que jamás quiso ser.
Arthur la contuvo. Luego le extendió el osito, juguete preferido de Lilia. Child lo había dejado caer hacía unos momentos.
Lo tomó y lo presionó contra su mejilla.

-No te arrepentirás- dijo por fin Arthur-.

Sobre ellos, un crujido se dejó oir. El capullo se había roto.

-Mi mami no lo hará. Mi papi tampoco.- dijo una voz armoniosa. La clara voz de un ángel.


Y luego de besar a sus padres en el rostro, como pudo, Lilia se alejó lentamente por la ventana.

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# Posteado por Morton 7:13 p. m.
Comentarios:
Wow, lo que menos pense es que vos y Paco tenian un blog en conjunto (y con más gente por lo que veo).
Prometo que otro dia paso a leer, hoy solo venia a saludar y agradecerle a Paco su comentario.
Nos vemos!
 
Así es. Leete lo que escribió él que está buenisimo.
 
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