01 febrero, 2006

 

Todos los Ricardos todos



Y Ricardo siempre supo que su destino estaba ahí, allí arriba... la niña salta... salta sobre la colchoneta... y él está detrás chequeando que todo este bien y también está abajo... Observando, sosteniendo la colchoneta... Y está en el patrullero dando la orden... Y está sobre la azotea, con el arma de francotirador y abre fuego en el cráneo de la niña...
Luego es el comisario que informa a la prensa que esa niña llevaba dentro una bomba a punto de estallar... “Esa bomba podría haber acabado con la ciudad” dice, y se relame el bigote mientras bebe su café... Y luego es el joven inexperto que lleva el café, y los papeles, y te alcanza el comunicador, se los alcanza a los efectivos policiales... Y hablando de efectivo, también es el banquero que cuenta el dinero, el dinero que la niña no ha podido robar con su bomba, porque creo que no he dicho que aquel edificio era un banco... Un banco muy importante, quizás el más importante del pueblo... El más importante del pueblo como lo es Ricardo.. .El es el más importante del pueblo, no un mísero conjunto de ladrillos, “¡Qué pasa acá?” Bueno, Ricardo está ansioso, quiere ser uno de los personajes. Le gustaría también ser un agente especial que va a investigar, porque según los rumores, la niña llevaba dentro un dispositivo para activar el arco iris, el mismo que ha estado apagado durante años. “La niña solo quería encender el arco iris”, dicen los vecinos.
“La niña siempre fue buena. Si alguna vez mató a una persona, fue por accidente, porque ella es una niña muy buena”. Dicen. Y se relamen el labio. Todos se relamen el labio.
Y Ricardo... ¡Ricardo también es el pizzero! El dueño de la pizzería donde Ricardo el inspector, compra su fugazzetta tradicional, y luego se va a resolver el misterioso caso de la niña que escupía aceite.
“Si es cierto, escupía aceite”... dicen los vecinos. “Pero eso no la hace dañiña.”
“O sí?”
Ricardo hace la autopsia. La autopsia de la niña que tenía una bomba, pero no tenía ninguna bomba, por lo menos a la vista. Ricardo no encuentra nada. Nada más que un control remoto, cuyos tres botones de colores tenían funciones distintas. Ricardo presiona el verde y observa con extrañeza como la niña escupe aceite.
Luego es Ricardo el policía de turno, que por casualidad pasaba y observó el control, sin pedir permiso toca el botón amarillo, y el arco iris sale, la noche desaparece, se hace el día y la lluvia, la lluvia que dura solo cinco segundos y luego aquella gama de colores, indescriptible.
Y Ricardo llora, triste, con el rostro en la ventana... Melancólico, pensando en que ha sido todos esos seres para poder ser otro, dejar de ser él, y que otros dejen de ser ellos, solo por hacerlo, solo por hacerles el favor de dejarlos descansar de si mismos. “Sean libres por un tiempo” susurra Ricardo. Luego abre la ventana y grita “¡SEAN LIBRES TODOS! ¡ SEAN LIBRES TODOS Y DEJEN TODO EN LAS MANOS DE RICARDO AQUÍ PRESENTE!”
Luego Ricardo es la niña, que despierta. Despierta y mira el control remoto. Se pregunta: “Para que será el rojo?”. Y lo presiona.
Y todos los Ricardos mueren.

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# Posteado por Morton 3:28 p. m.  
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